sábado, 26 de marzo de 2016

No estoy preparada para un nuevo embarazo

Parece que por fin estoy tocando el suelo. Y es que este segundo aborto me ha devuelto a la realidad. Tras los primeros días post- legrado, tenía claro que tardaría unos meses en volver a buscar, primero porque estaba agotada tras el reposo, la desesperación y el triste final. Y segundo porque de buscar a la primera, el bebé nacería en pleno invierno, y eso era lo que, a toda costa, quería evitar. ( Parecerá una tontería, pero después de tener a Lia en la UCI, con neumonía y con solo 14 días, me prometí que no más bebés de invierno, que los niños son para el verano).

A pesar de esas buenas intenciones, algo se despertó en mí tras la llegada de la primera regla post-legrado. La de rojo aparecía 28 días clavados desde la intervención. Teniendo en cuenta que mis ciclos son de 31 días o más, me pareció súper temprano. Llegó y me volví loca, la rapidez de mi cuerpo para recuperarse me pareció una señal, ya estaba preparada!!. Me entraron las ansias, las prisas, investigué en foros y demás, y descubrí que muchas chicas habían buscado después de la primera regla, aconsejadas por su ginecólogo. Ya no me importaba que fuera de invierno, qué más da!! Si luego haces planes y todo sale mal, las cosas vienen cuando tienen que venir, no??.

Pero no, hoy me he dado cuenta que no. No estoy preparada. Ya no es tanto a nivel físico, que mi cuerpo se ha repuesto mucho antes de lo esperado ( en el anterior legrado la regla tardó más de 40 días en llegar), sino a nivel emocional, mi mente no da para más. La casa, el trabajo, los niños, un marido intermitente ( trabaja fuera y pasa tiempo sin estar en casa), y un largo etcétera que hace que no vea capaz de gestar un nuevo bebé. Últimamente me sorprendo chillando sin razón, perdiendo la paciencia enseguida, agotada, cabreada, superada. Y si a eso le sumamos que he vuelto a fumar ( si lo sé, muy mal), son demasiadas cosas en contra para lanzarme de cabeza, sin pensar, sin estar concienciada de lo que ello conlleva.

Además de eso, ni si quiera tengo los resultados de la analíticas, las pruebas de cariotipos y genética, y ni siquiera me ha dado luz verde mi gine.

No quiero ir con prisas, a lo loco, sin estar preparada, y que algo malo vuelva a pasar, aunque eso siempre estará ahí :( . Quiero vivir un embarazo consciente, sano, controlado y sobre todo que sea en mi momento, y éste todavía no lo es. Habrá que esperar.

Qué fácil es decirlo..verdad?

lunes, 14 de marzo de 2016

Mi segundo legrado {parte II}

Y me subí a la cama...enfadada conmigo misma y con el mundo(Conducta expectante, ja! Que risa! Pensé) y un chorro de cristalmina helada, en mis partes nobles, me devolvió a la realidad. Me pusieron los patucos y el gorro verde, y una minúscula sábana, del mismo color, para taparme.

Salí de allí y me despedí de mi marido, mientras le explicaban a donde debía de ir. Durante el recorrido hacia quirófano las lágrimas me volvieron a jugar una mala pasada. El celador me consoló diciendo que su mujer, tras tres abortos, tuvo una niña preciosa.

Y me dejó en la sala pre-quirófano. Vino un señor mayor con bata lila, me preguntó si estaba nerviosa, le dije que no. Se marchó. Pensé que sería el ginecólogo.

Entonces entró el anestesista. Un chico de treinta y largos, con ojos claros y pelo oscuro, muy amable, empezó a hacerme preguntas y a bromear..que si cuantos hijos tenía, que si estaba loca..me dio tranquilidad. Me hablaba con mucha dulzura, explicándome que era una sedación muy flojita y muy corta, ya que los legrados no suelen durar más de quince minutos. Al final me dijo que esperaba que la próxima vez que nos viéramos, fuese para ponerme la epidural... le comenté que con mi hija, decidí no ponérmela.

- y duele? Me pregunto.

- un poquito. Le respondí.

- Un poquito dice!! Estás loca.

Y salió de allí con una sonrisa. Me hizo reír.
Entonces otro celador, con la cara picada, algo mayor, entró para llevarme a quirófano. Me entró al primero que había, a la izquierda, intentaba recordar si era el mismo quirófano que la primera vez, pero mi memoria parpadeante no daba para tanto.

Allí habían varias personas, me pasaron a la camilla, sujeté como pude la diminuta sábana verde, para preservar la poca intimidad que me quedaba.

Entonces se volvió a acercar el señor mayor de la bata lila,

- es usted el ginecólogo? Le pregunté.

- No, pero soy igual de joven que él. Me contestó con una amplia sonrisa.

Y todos los que estaban allí se echaron a reír...que palo, pensé. El anestesista, que estaba detrás de mí me dijo:

- El ginecólogo es un chico bajito, con gafas de pasta, José Luis Coloma se llama, estará a punto de venir.

Intenté retener el nombre en mi cabeza, para poder buscar referencias en google, una vez pasado todo, pero al poco se me había olvidado..como dices que se llama? Le pregunté... José Luis Coloma..y lo repetí una y otra vez en mi cabeza..al poco ya estaba allí. 
Era el chico que se había sentado a mi lado en la sala de espera, preguntando mis antecedentes, mi historial...y además, ya sabía de qué me sonaba su cara!!! Era el gine que me hizo la primera eco de mi primer bebé estrella. El que me preguntó si era un embarazo deseado, y si yo era regular. 

Me sentí satisfecha por haberme acordado, en el embarazo de Lia no coincidí nunca con él.. Sólo me había atendido en mis embarazos que terminaron mal. Caprichos del destino.

Entonces se paró al lado de mis pies, y mientras se ponía la mascarilla, charlaba con los demás. El anestesista le comentaba que el marido de una compañera practicaba no sé qué deporte, que por lo visto a él le interesaba, se hacían bromas y preguntas,todo en valenciano.

Iban a empezar cuando el anestesista se dio cuenta de que tenía la vía rota, tenemos un problema...comentó. La enfermera y única mujer (además de servidora) que había en la habitación empezó a cogerme otra vía en la mano derecha.

Me preguntó lo que pesaba, el anestesista, le dije 62 y me contestó, igual que yo!! Me dio de nuevo la risa. No es que fuese robusto, pero sí era alto. Bueno, 61, que me noto flojo!! Y todos reían... Aquello parecía una tertulia entre amigos, más que una intervención quirúrgica, y yo me sentí tremendamente agradecida.

Mientras bromeaban sobre que tenía dos hijos, que era una valiente, y demás, me percaté de que todos estaban esperando ya a que me durmiera, todos a mi alrededor, el celador y el gine a mis pies, la enfermera y el enfermero de la bata lila, cada uno a un lado mío y el anestesista detrás.

- te diría que pienses en los niños para dormirte, pero con la lata que dan...

Volví a sonreír. Miraba aquel foco enorme justo encima de mía, intentando pensar en algo bonito, intentando hacer fuerza para no cerrar los ojos, para ver lo que aguantaba, pero una fuerza somnífera inmensa se apoderó de mí.

Desperté tras las típicas palabras:

Cecilia, despierta, despierta.

Ésta vez no me dio rabia que me 
despertasen, fue todo distinto, hice fuerza por mantener los ojos abiertos, y apenas llegué al "despertar" me mandaron enseguida a la habitación.

Todo había terminado, o según como se mirase, todo volvía a comenzar. Un capítulo más de mi vida, que cerraba, con ganas de empezar otro capítulo, pero con distinto final. Con final feliz.